A Nokia abordar el mercado de los teléfonos inteligentes es algo que le está costando unas cefaleas equiparables a las de los líderes europeos cuando tratan de remediar el problema de la deuda soberana. La marca finlandesa se juega gran parte de su futuro con el que ha sido el primer fruto de su alianza con Microsoft, el 'smartphone' Lumia. El modelo '800' de esta gama llegó el pasado 24 de noviembre a España -el Lumia '710' llegará en enero de 2012- y aunque no hay cifras concretas, la pregunta es si será capaz de sostener el tirón tras su lanzamiento. Las cifras, según los analistas, son menores a las programadas por Nokia y ello generó la semana pasada un desplome en el biorritmo bursátil de la tecnológica. El índice de Helsinki vio como sus acciones se despeñaron hasta perder un 8,8% y en Nueva York, más de un 6%.

El atractivo de esta compañía dista mucho de ser el de años atrás, en la era 'preiPhone', cuando era uno de los grandes oligarcas del mercado móvil. El interés entre los inversores es mínimo y, por ello, prepara una solicitud para que dejar de cotizar en la Bolsa de Francfort por la escasa demanda de sus acciones, algo que podría ocurrir a principios de 2012.

En total, las participaciones de Nokia acumulan una caída superior al 40% desde el comienzo del curso y todo ello proviene de la incapacidad manifiesta para hacer frente a Apple y Samsung. Los analistas ya apuntan que el tándem formado con Microsoft tampoco podrá arañar una gran cuota de mercado. Según la consultora Pacific Crest Securities, las ventas en el último trimestre del año de ambos modelos, incluyendo la campaña navideña, podrían alcanzar el medio millón de dispositivos en todos los países donde se comercializan, una cifra inferior a los objetivos que acompañaban a la gran apuesta de la marca.

Las señales, tanto en términos de mercado como en términos de cotización bursátil, no ofrecen un buen saldo sobre la gestión del director ejecutivo Stephen Elop, fichado hace año y medio. Esta canadiense era para muchos la panacea a los males que vivía la compañía y se esperaba que fuese capaz de pilotar una difícil reconversión hacia un sector, el de los teléfonos inteligentes, en el que aterrizó tarde y con propuestas con menos tirón que la de sus rivales Apple o Android.

Problemas en otras divisiones

La división de redes NSN -una sociedad de riesgo que comparte con la alemana Siemens- Nokia Siemens Networkt) también ha anunciado un extenso plan de reestructuración que incluye la supresión de 17.000 empleos, equivalentes al 23 por ciento de su plantilla en todo el mundo, a fin de ahorrar mil millones de euros anuales antes de 2014.

El programa de recortes de NSN contempla una serie de medidas destinadas a recortar sensiblemente los costes operativos de la compañía para mejorar su rentabilidad. Además del despedido de una cuarta parte de la plantilla, pretende recortar gastos con la integración del negocio de redes inalámbricas que adquirió a Motorola en abril por 660 millones de euros, la reducción de costes en producción y administración, así como la venta de inmuebles. Todo ello para hacer frente a la competencia de la sueca Ericsson y la china Huawei.